La crisis del COVID-19 ha sido clara, DEBEMOS ACTUALIZAR LA INDUSTRIA.
Esta crisis que nos ha abordado de golpe, ha puesto de manifiesto que, ni gran parte de la sociedad, ni del tejido empresarial, estaban preparados para el cambio. Ni somos flexibles, ni somos ágiles.
Más allá de la parte social, el tejido industrial se ha visto afectado por la interdependencia que genera el modelo productivo no sólo español, si no mundial.
Interdependencia que se agrava cuando gran parte de ciertos sectores se ven acaparados por unos pocos “grandes”, mastodónticas organizaciones que en la mayoría de las situaciones carecen de agilidad.
Y digo la mayoría, porque no siempre es así. Hay empresas que hicieron los deberes en su día, y actualizaron sus estructuras para darles más capacidad y menos dependencia, tejiendo una red más robusta no sólo de proveedores, si no dentro de su empresa.
En esta actualización de la que hablamos, diferenciamos a grandes rasgos empresas grandes -que lo vieron venir-, otras que ni lo vieron -ni querían-, y las pequeñas empresas que, o formaban parte de la vanguardia o sabían que no podrían competir con las más asentadas o establecidas y en cuarto lugar, las que “llevan toda la vida trabajando así”.
Son éstas últimas las que han sufrido muy mucho el “topetazo coronavírico”, porque si bien una gran empresa tiene capacidad económica y músculo para aguantar o moverse, las PYMEs del “siempre así me ha ido bien”, se han visto en la tesitura de que el mundo ha cambiado a su alrededor de repente y el mundo ya no va a ser igual.
Estamos en una era en la que la velocidad y la agilidad son primordiales, porque si no tus productos siempre van a llegar tarde a todo. Llegar a un mercado ya colapsado por las más rápidas, o simplemente tu sector al cambiar, desaparece y tu nicho deja de ser rentable.
La digitalización de las empresas, nos proporciona esa agilidad, nos facilita un diagnóstico de lo que pasa a nuestro alrededor, nos proporciona la capacidad de cambiar rápido de producto, mejorarlo, optimizarlo, de actualizarlo a las nuevas necesidades de nuestros clientes, de flexibilizar nuestra capacidad productiva, de disminuir costes. En general, de seguir en la ola, sin que luego tengamos que lamentarnos.
Las tecnologías de siempre siguen siendo vigentes, pero disponemos de tecnologías que las complementan.
Hoy podemos sacar productos en semanas, que antes tardaban meses. Hoy podemos diseñar productos fabricables sin depender de la “gran fábrica China”. Hoy podemos hacer tantas cosas y tan cerca, que a veces me llevo las manos a la cabeza cuando nos empecinamos en echar mano de esos eslabones de la cadena “bloqueados”, teniendo oportunidades con las “3B” (buenas, bonitas y baratas) cerca de casa.
La digitalización está ahí, y quien la niegue se quedará atrás. Pero más que digitalización yo lo llamaría Actualización, Optimización, Agilización, porque no debemos olvidar que lo digital, es una parte, de todo ese proceso que nos hace más ágiles y óptimos.
¿Y cómo se aborda todo esto? Pues con GANAS, observando, escuchando, y sobre todo actuando.
Hay muchas empresas, especialistas en tecnologías que pueden ayudar al sector pyme a actualizarse, pero hacen falta ganas. Porque dinero hay, de Europa, del Gobierno central, del Autonómico, etc. Sólo hay que, al igual que contamos con un nutricionista, o un entrenador, contemos con esas empresas que como Ennde, nos ayuden a sacar nuestros productos más rápidos, más ágiles, más óptimos. Que trabajen mano a mano con nosotros, con nuestra oficina técnica, que nos aporten su experiencia en diferentes sectores y los apliquen a los nuestros. En definitiva, que trabajo en equipo para seguir creciendo. Que en los tiempos que corren pueden ser la diferencia entre la supervivencia o el cierre.
Como dice el refranero, “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”. ¡Que no nos lleve ésta!